Ya las llevo aquí. A esta misma hora del día de ayer aterrizó mi vuelo directo Sevilla-París, con la compañía Transavia.com. Ya llevo un día. Ya tengo un día de parisino. Porque yo no soy turista, yo ahora, vivo en París.
Orly tiene una sintonía de avisos a los pasajeros que se me antoja muy siniestra. Es un primer contacto con el país que dice mucho de sí mismo. Es como un timbre que viene de muy lejos, como de voz onírica que va a más. Un tono de llamada como muy culto, no la típica escala aguda que suena en los aeropuertos o estaciones de trenes españoles. Gusta pero a la vez, me inquieta mucho. Y además, mi maleta tardaba en salir, me ponía nervioso.
Suerte que Clara ya había podido sortear todo el lío que se montó al cerrar Saint-Michel por un aviso de bomba que, al final, ha tenido mil veces más trascendencia en España que aquí. Llegó y nos abrazamos mucho. Entonces, salió la maleta.
Y todo lo demás: rápido y veloz. Cuando nos dimos cuenta estábamos en el Orlybus y luego subiendo y bajando escaleras del metro con unos 35 kilos de maletas entre los dos. Al llegar a casa y abrir las 3 puertas y 3 cerraduras que hay que pasar, respiramos tranquilos. Pronto, cumplimos nuestra promesa de champanazo en Pont des Arts. Brindamos por todo lo brindable y sin darnos cuenta, a las 4 de la mañana volvíamos mientras nos llovía, medio dando tumbos. Porque sí, nos emborrachamos “a base de bien”.
Dormir sin sábanas no ha importado. Tenía ganas de ver París de día así, por lo que poco después de las 9 ya estaba en planta. Desayunamos baguette con jamón (del bueno) que traje yo. En el piso ya había aceite de oliva –y creía que aquí ni existía, casi—pero el café soluble no nos ha convencido, de ninguna manera. “La baguette no está hecha para el aceite, no chupa”, dijo Clara.
Y después, a la aventura. Exploramos mi barrio, aunque ya habíamos conocido anoche parte, --lo mejor, el Sena, su paseo, sus mini anfiteatros donde la gente baila tango o músicas celtas, embobados nos quedamos—luego, a comprar cosas para comer como dos estudiantes más en las gradas de un anfiteatro. Sólo me falta una americana con coderas para ser como ellos. Lo estoy viendo.
Pero la jornada en París da para mucho, incluso para meter la pata. Llegamos a la facultad no sin 10 minutos de parón en el metro por un “accidente grave”. Más tarde cortarían parte de la línea que va a Saint Denis y tuvimos que volver dando un gran rodeo. Pero lo peor fue haber hecho el viajazo para nada. Los miércoles no abre la oficina de relaciones internacionales. Estupendo. Y en la web no lo ponía, por supuesto.
Así que la visita sólo ha servido para tomar un café y descansar en uno de los jardines del campus. París 8 es genial. Todo muy ‘pro’ –a cada momento carteles de partidos comunistas maoístas estudiantiles--, muy babel, muy funcional y muy sucio, también. Se puede estudiar hasta catalán (impensable en Sevilla), cursos y miles de actividades ‘culturetas’ increíbles. De la docencia, ni rastro.
Y poco más. La odisea de la vuelta nos ha dejado muertecitos, sentados en las fuentes de la plaza de la Sorbonne. Tras comprar las entradas en el cine Le Champo para el sábado, he vuelto a casa como si viviera aquí de toda la vida. Veremos tres pelis de Almodóvar, desayuno y a la cama. Me espera un domingo de señor que vive tranquilamente en París sin preocupaciones (no me lo creo ni yo). Me gusta que tenga tiempo de pasear mucho y de mirarlo todo. Espiar me parece bonito cuando se tiene ganas de aprender. Es una buena forma. Y yo estoy dispuesto a hacerlo.
Así que mañana más. Mañana seguiré espiando a Mi París, todo solo. Enfrentándome a mi francés inferior (anda que si me escuchara Margueritte Duras…). Espero no tener muchos problemas y poder sacarle provecho. Clara y yo descansaremos en Montmartre después de nuestros ‘quereseres’, menudo sitio hemos escogido los dos. En fin, esto no ha hecho más que empezar.
Seguiré tu blog todos los días, para ver qué tal va la vida de mi querido esposo.
ResponderEliminarEspero que estéis los dos genial.
Te quiere y que echa de menos, tu mujer!! :P
Pd: Dale recuerdos a Clara de mi parte.
No te preocupes, se los doy querida esposa. Ya sabes, cuida bien de los niños. Es tu deber. Vuelvo por navidad cargado de regalos si se portan bien. Chary que se controle Y Francisco Manuel que se espabile. Un beso de tu marido que te ama y te desea ;)
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