sábado, 30 de octubre de 2010

No n´hi ha prou

Con vivir en Mi París.

Además de decirlo, hay que hacerlo. Vivir en cualquier sitio es fácil. Es más o menos lo mismo en todas partes. Lo difícil es que el tiempo no te robe las ideas, sin darte cuenta. A veces yo también tengo la sensación de que me está robando a Mi París. Pero no. Aunque me pueda la pereza, sigo estando aquí.

Ya parece que asentado académicamente. Cosa que no ha sido fácil. Tener que ir rogando a los profesores que te admitan en sus clases, ajustar, desajustar y reajustar tu horario, cansa. Y lo que jode no saber cabrearte en francés, putain. Con cuenta bancaria en toda regla –chequero incluido--, puedo comenzar a tener una vida cada vez más normal. Y claro, la normalidad es cómoda.

Pero sigo encontrando sitios interesantes. Cementerios entrañables, happy hours para cada día, cinémathèques llenas de actividad. O mi propia casa, que con solo dos flexos, una lámpara y dos compañeras de piso más flipás del seu cony que yo, se convierte en estudio improvisado de fotos medio qué.

Y no es que no quiera contarlo. Pero como todo, Mi París, también tiene su momento, solo que no lo encontraba. Así que para eso están los sábados que se creen domingos, precediendo noches fílmicas como esta, cumpliendo turnos de limpieza, o sin hacer una vez más, los deberes que tanto decía que tenía ganas de hacer.

De todo, no sé qué es lo que más me ha gustado. Bloqueos, desayunos improvisados en la dirección contraria de la que quería, terrazas increíbles de Lafayette, grèves, grèves y más grèves, la pérdida del volumen de mi culo. Tengo que dejar de comprarme calzoncillos de lunares en HyM. Tengo que dejar de comprar.

No sé con qué quedarme de este Mi París de casi tres semanas de silencio. No sé si me tengo que quedar con algo, tampoco. Sé que todo va bien, menos mi cartera, ya digo. Que tengo que ponerme las pilas para no quedarme sin hablar francés, cada vez menos inferior que el de mi casera a la que aún no conozco seguro, pero sin hablarlo algunos días. Que tengo que aprender a trabajar en mi cuarto o reencontrarme con los libros. Porque en París VIII no hay wi-fi.

Que hay que hacer tantas cosas que no me funciona bien la cabeza. Y que qué coño dirán Sigur Ros en sus canciones.

Pues eso, que miren una moderna, miren una, moderna.



2 comentarios:

  1. ¡Carlos! ¡qué sorpresa! y qué gozada, sobre todo, porder leeros a Tu París y a tí tan bien contados los dos, tan de la mano y tan llenos de cosas (aunque la cartera se vaya vaciando).
    Con esta rareza mía de no querer redes sociales me pierdo un montón de cosas de esas que se cotillean tan bien por ahí...así que informado quedas de que voy a exprimir este rincón al máximo para enterarme de todo lo que te da de sí tu nueva ciudad.
    Un beso muuuuy grande de la madrileña que tuvo, también, Su Sevilla.
    Irene.

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  2. Dichosos los ojos que te leen!!. Me alegro un montón que lo exprimas y poder estar un poco más cerca tuya, es un placer. Lo siguiente será un buen encuentro. Madrid o Sevilla, da igual. Tampoco importa en Mi París. Un besazo muy grande!!

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